Existía una relación compleja entre las teorías de Einstein y el conjunto de ideas y emociones que a principios del siglo XX hervían en el seno del modernismo.

En su novela Baltasar, Lawrence Durrell le haría declarar a su personaje: "La propuesta de la relatividad fue directamente responsable de la pintura abstracta, la música atonal y la literatura informe".

Es evidente que la propuesta de la relatividad no fue directamente responsable de nada de eso. Su relación con el modernismo tuvo un carácter misteriosamente interactivo.  Hay momentos históricos en que una conjunción de fuerzas produce un cambio en la perspectiva humana. Eso fue lo que le ocurrió al arte, a la filosofía y a la ciencia en sus inicios en los inicios del Renacimiento y de nuevo en los comienzos de la Ilustración. 

A principios del siglo XX nacía el modernismo quebrantando las viejas restricciones y verdades. Se produjo un combustión espontánea que incluiría las obras de Einstein, Picasso, Wittgenstein, Matisse, Stravinski, Schönberg, Joyce, Eliot, Proust, Diaguilev, Freud  y varias docenas más de otros pioneros que parecerían romper los vínculos del pensamiento clásico.

En su libro: Einstein y Picaso: el espacio, el tiempo y los estragos de la belleza, el historiador de la ciencia y de la filosofía Arthur I. Miller exploraba las fuente comunes que produjeron la teoría de la relatividad especial en 1905 y la obra modernista de Picaso, Las señoritas de Aviñon en 1907. Miller señalaba que ambos fueron hombres con un gran encanto, "pero que prefirieron el desapego emocional". Cada uno a su manera, percibieron  que lago fallaba en las constricciones que definían su ámbito de simultaneidad, el espacio y el tiempo y especialmente por los escritos de Poincare. Einstein sirvió de fuente de inspiración para muchos de los artistas y pensadores modernistas, aun en el caso de que estos no le entendieran.

Esto resultaba especialmente cierto cuando los artistas celebraban conceptos tales como el de "liberarse del orden del tiempo", tal como diría Proust al final de "En busca del tiempo perdido". "Como me gustaría hablarte de Einstein- le escribiría Proust a un amigo físico en 1921- No entiendo una sola palabra de sus teorías, ya que no se álgebra. Sin embargo me parece que tenemos maneras análogas de deformar el Tiempo". Una de las cumbres de la revolución modernista se produjo en el año 1922, el mismo año que se anunció la concesión del Nobel a Einstein. Ese año se publicó el Ulises de James Joice, así como La tierra baldía de T.S.Eliot. En Mayo se celebró una cena de medianoche en el hotel Mayestic de Paris para festejar el estreno de Renard, compuesta por Stravinsky e interpretada por los Ballets Rusos de Diaguilev. Estuvieron presentes Diaguilev,  Stravinsky, Picasso, Joyce y Proust  que "estaban destruyendo las certezas literarias del siglo XIX tan claramente como Einstein estaba revolucionando la física". Fueran cuales fueren las causas del nuevo relativismo y el nuevo modernismo, la liberación del mundo de sus amarras clásicas no tardaría en producir algunos ecos y reacciones desconcertantes. Y en ningún lugar resultaría esta atmósfera tan problemática como en la Alemania de la década de 1920.